Es fin de semana en la turbia ciudad y Gabriel no sabe qué hacer, ninguno de sus amigos ni amigas está disponible para este fin de semana, justamente el día de Halloween. Si, ese día en el que hay muchas fiestas por todos lados de la ciudad, desde el tono más ficho hasta el más humilde. Todos tienen su fiesta de desenfreno, sexo y alcohol; de lo cual Gabriel tampoco quería quedarse exento, así es que tomó sus 50 lucas que tenía ahorrado, se bañó, se acicaló y salió de su casa rumbo a cualquier lugar en el que encontrase un poco de satisfacción sexual.
Al cabo de la medianoche llegó a una discoteca en la que sus amigos se panudeaban de sus conquistas casuales, entonces tembloroso y nervioso fue en busca de “presas”, en aquella noche lujuriosa. Pero rápidamente fue choteado por las féminas del lugar que andaban solas. En realidad por su timidez, actitud triste y abatida era poca popular, pero lo peor de todo fue que quiso irse a su casa a pasar el halloween, viendo televisión y masturbarse. Sin embargo vio entre las sombras y el ruido a una exuberante mujer, alta, con un cuerpo escultural, cabello negro y lacio, sola sin que nadie se le acerque a invitarla a bailar. Entonces Gabriel, presto se acercó a invitarla. Y con voz entrecortada y temblorosa la sacó a bailar y ella aceptó gustosa. Comenzaron un pegajoso reggaetón y ella puso su imponente derrier sobre su ya incendiado pene, que se encontraba con ganas de aniquilar su húmedo y cálido coño. Este pedía a gritos un venoso, grueso y jugoso pene que lo follase.
Le iban al baile tras baile, y en un momento Gabriel se animó a preguntarle su nombre a la dama de turno y ella contestó: “Johan”. Conversaron ambos sobre sus vidas, sus viejos amores inexistentes, y él se dio cuenta de que ella era la mujer que iba a llevarse a un sucio hotel y ser de él por esa noche, entonces Gabriel le pidió a Johan retirarse con él de la discoteca e ir a un lugar más cómodo y más íntimo, para poder conocerse mejor.
Gabriel llevó a su acompañante a un hotel y todo comenzó. Comenzaron a besarse y a manosearse mutuamente y luego ambos empezaron a desnudarse. Gabriel notó algo: su acompañante tenía pene igual que él; pues Johan era un reconocido travesti que desde los trece años quería lucir como una mujer y espero a los 18 años para hacerlo. Actualmente tiene dos trabajos: como prostituta de lujo en una conocida casa de citas y de estilista de su propia peluquería.
Al ver “eso” Gabriel pensó que era parte de los efectos del alcohol y no le dio mucha importancia, en fin era una noche de sexo y no quería desaprovechar la ocasión. Ambos se “toquetearon” y estrujaron el miembro viril con tanta pasión, que salió un poco de semen. Es que la última vez que Gabriel fornicó fue hace seis meses y él estaba tan “arrecho” que no le importaba nada. Así que le arrancó la ropa con tanta brutalidad, que la acción le produjo más excitación. Lo primero que hizo fue sodomizarlo, con tanta bestialidad que Johan sangró, al ser penetrado con tanta violencia. El gemía de dolor por las penetraciones que recibía: una más fuerte que la otra. Los gritos eran más desgarradores a medida que aumentaban las cogidas. Sangre y semen caían desde el ano de Johan, quien empapado de sudor sentía el encuentro más lujurioso y clandestino.
Después de penetrarlo durante media hora, Gabriel tuvo otra idea: puso su pene en la boca de su acompañante para que se la chupase frenéticamente, y él se la chupo tan fuerte que Gabriel “blanqueo” los ojos. Para él, fue la mejor mamada que recibió en toda su vida. Al final Johan acabó con varios bellos púbicos en su boca que se los trago, con la ayuda del semen.
Johan le pidió más y eso arrechó al máximo a Gabriel. Nuevamente puso su verga en su boca y la comenzó a penetrar con tal fuerza que llegó al clímax. A los veinte minutos le sacudió toda su leche en la cara de su pareja, esta lamió con su lengua las últimas gotas de semen de sus carnosos labios; pero no fue lo último que hicieron esa noche de sexo lujurioso y placentero. Pues exploraron sus cuerpos: uno al otro. Luego practicaron la famosa pose “69”. ¡Qué hermoso acto de amor y sexo exhibieron! Fue el más grande y cálido en toda la historia de ese ruin y sucio hotel. Pusieron en práctica las poses del KAMASUTRA, extrañas y sensacionales posiciones sexuales que la imaginación queda pequeña en entendimiento. Esa noche de gozo tan insaciable era perfecta para realizar cualquier tipo de perversión sexual. Así que Gabriel le pidió a su acompañante lo mas “horny”: que lo penetrase por detrás, porque quería sentir esa experiencia. Johan lo complació, penetrándolo con su pene largo y delgado. Ver la cara de Gabriel sintiendo como era follado era siniestramente desgarrador, pero para él era totalmente lo contrario: se sentía en el paraíso.
Gabriel gimió como nunca lo había hecho, lloraba de placer, veía como su ano era roto por otro hombre; no se espantaba por la sangre que emanaba de su culo, al final los dos cuerpos quedaron exhaustamente satisfechos por el faenón.
Ya al amanecer, ambos se vistieron y salieron juntos del hotel. Intercambiaron teléfonos y correos prometiéndose verse más seguido. Gabriel había ido en busca de una chica con quien pasar la noche, pero al final, encontró algo mejor: a una persona con la que pasó momentos sexualmente únicos y nuevos para su cuerpo. A él le gustaría practicarlos más seguido ya que es más placentero hacer el amor con otro hombre o travesti que con una mujer.
Al cabo de la medianoche llegó a una discoteca en la que sus amigos se panudeaban de sus conquistas casuales, entonces tembloroso y nervioso fue en busca de “presas”, en aquella noche lujuriosa. Pero rápidamente fue choteado por las féminas del lugar que andaban solas. En realidad por su timidez, actitud triste y abatida era poca popular, pero lo peor de todo fue que quiso irse a su casa a pasar el halloween, viendo televisión y masturbarse. Sin embargo vio entre las sombras y el ruido a una exuberante mujer, alta, con un cuerpo escultural, cabello negro y lacio, sola sin que nadie se le acerque a invitarla a bailar. Entonces Gabriel, presto se acercó a invitarla. Y con voz entrecortada y temblorosa la sacó a bailar y ella aceptó gustosa. Comenzaron un pegajoso reggaetón y ella puso su imponente derrier sobre su ya incendiado pene, que se encontraba con ganas de aniquilar su húmedo y cálido coño. Este pedía a gritos un venoso, grueso y jugoso pene que lo follase.
Le iban al baile tras baile, y en un momento Gabriel se animó a preguntarle su nombre a la dama de turno y ella contestó: “Johan”. Conversaron ambos sobre sus vidas, sus viejos amores inexistentes, y él se dio cuenta de que ella era la mujer que iba a llevarse a un sucio hotel y ser de él por esa noche, entonces Gabriel le pidió a Johan retirarse con él de la discoteca e ir a un lugar más cómodo y más íntimo, para poder conocerse mejor.
Gabriel llevó a su acompañante a un hotel y todo comenzó. Comenzaron a besarse y a manosearse mutuamente y luego ambos empezaron a desnudarse. Gabriel notó algo: su acompañante tenía pene igual que él; pues Johan era un reconocido travesti que desde los trece años quería lucir como una mujer y espero a los 18 años para hacerlo. Actualmente tiene dos trabajos: como prostituta de lujo en una conocida casa de citas y de estilista de su propia peluquería.
Al ver “eso” Gabriel pensó que era parte de los efectos del alcohol y no le dio mucha importancia, en fin era una noche de sexo y no quería desaprovechar la ocasión. Ambos se “toquetearon” y estrujaron el miembro viril con tanta pasión, que salió un poco de semen. Es que la última vez que Gabriel fornicó fue hace seis meses y él estaba tan “arrecho” que no le importaba nada. Así que le arrancó la ropa con tanta brutalidad, que la acción le produjo más excitación. Lo primero que hizo fue sodomizarlo, con tanta bestialidad que Johan sangró, al ser penetrado con tanta violencia. El gemía de dolor por las penetraciones que recibía: una más fuerte que la otra. Los gritos eran más desgarradores a medida que aumentaban las cogidas. Sangre y semen caían desde el ano de Johan, quien empapado de sudor sentía el encuentro más lujurioso y clandestino.
Después de penetrarlo durante media hora, Gabriel tuvo otra idea: puso su pene en la boca de su acompañante para que se la chupase frenéticamente, y él se la chupo tan fuerte que Gabriel “blanqueo” los ojos. Para él, fue la mejor mamada que recibió en toda su vida. Al final Johan acabó con varios bellos púbicos en su boca que se los trago, con la ayuda del semen.
Johan le pidió más y eso arrechó al máximo a Gabriel. Nuevamente puso su verga en su boca y la comenzó a penetrar con tal fuerza que llegó al clímax. A los veinte minutos le sacudió toda su leche en la cara de su pareja, esta lamió con su lengua las últimas gotas de semen de sus carnosos labios; pero no fue lo último que hicieron esa noche de sexo lujurioso y placentero. Pues exploraron sus cuerpos: uno al otro. Luego practicaron la famosa pose “69”. ¡Qué hermoso acto de amor y sexo exhibieron! Fue el más grande y cálido en toda la historia de ese ruin y sucio hotel. Pusieron en práctica las poses del KAMASUTRA, extrañas y sensacionales posiciones sexuales que la imaginación queda pequeña en entendimiento. Esa noche de gozo tan insaciable era perfecta para realizar cualquier tipo de perversión sexual. Así que Gabriel le pidió a su acompañante lo mas “horny”: que lo penetrase por detrás, porque quería sentir esa experiencia. Johan lo complació, penetrándolo con su pene largo y delgado. Ver la cara de Gabriel sintiendo como era follado era siniestramente desgarrador, pero para él era totalmente lo contrario: se sentía en el paraíso.
Gabriel gimió como nunca lo había hecho, lloraba de placer, veía como su ano era roto por otro hombre; no se espantaba por la sangre que emanaba de su culo, al final los dos cuerpos quedaron exhaustamente satisfechos por el faenón.
Ya al amanecer, ambos se vistieron y salieron juntos del hotel. Intercambiaron teléfonos y correos prometiéndose verse más seguido. Gabriel había ido en busca de una chica con quien pasar la noche, pero al final, encontró algo mejor: a una persona con la que pasó momentos sexualmente únicos y nuevos para su cuerpo. A él le gustaría practicarlos más seguido ya que es más placentero hacer el amor con otro hombre o travesti que con una mujer.
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